El arzobispo emérito de Toledo, Braulio Rodríguez, que dejó el cargo en 2019, desoyó durante al menos cinco años los avisos de presuntos abusos de un cura del seminario menor Santo Tomás Villanueva de la capital manchega sobre uno de los alumnos, que tenía 15 años en aquel momento y lo denunció siendo ya mayor de edad, según la documentación judicial a la que ha tenido acceso este periódico. La víctima informó de los abusos a otro sacerdote en 2009 y luego su madre se lo contó a varios curas de su confianza y al propio arzobispo en 2010. Sin embargo, Rodríguez no tomó ninguna medida, se desconoce si informó a las autoridades, y mantuvo al cura en el centro, en contacto con menores, hasta 2015. No obstante, no respondió las preguntas de este diario sobre cuándo conoció las acusaciones y por qué mantuvo al sacerdote en su puesto. Tampoco ha aclarado si abrió un proceso canónico e informó al Vaticano, como era su obligación. Asegura que no hay más denuncias contra este religioso.
El caso, después de casi cinco años, está pendiente de que la Audiencia Provincial de León, donde se instruye, decida si acoge el recurso de la Fiscalía para reabrirlo tras el sobreseimiento provisional en primera instancia. La instrucción tiene lugar en León porque el joven presentó la denuncia en esta provincia, al suceder allí uno de los episodios de abusos. En su auto, la fiscal asegura que la Iglesia “prefirió guardar silencio, llegando a transmitir a la madre de la víctima el arzobispo de Toledo, ante quien relató los hechos, que lo que contaba su hijo obedecía a ‘sus afectos desordenados’ y que le pondría en oración”.
Rodríguez mantuvo al sacerdote en el seminario, un internado de educación secundaria y bachillerato, hasta que en 2015 lo nombró rector de la iglesia de San Ildefonso y santuario de los Sagrados Corazones de Toledo. Según un cura del centro de estudios que ha declarado como testigo, el acusado “fue sacado” del seminario.
Fue en Puzol, en las afueras de Valencia, y se repitieron los tocamientos. Días después fueron juntos a unos ejercicios espirituales en una residencia de monjas en La Bañeza, León, las Misioneras Apostólicas de la Caridad, en donde el cura ejercía de asesor. En este lugar le llevó a su habitación, introdujo su pene en la boca y le dijo que se masturbara, relata el ministerio público. En los meses sucesivos se repitieron los abusos, también en el seminario menor de Toledo. La situación se mantuvo hasta 2007, cuando el denunciante le dijo al cura que le gustaba una chica y no quería volver a verle. Después lo contó a su familia y finalmente presentó la denuncia años más tarde.
Este sacerdote no es el único acusado de abusos que ha pasado por el seminario menor de Toledo. Otro cura, José Luis Galán Muñoz, que está a la espera de juicio por abuso de menores en Talavera de la Reina, era profesor del seminario en los mismos años y fue secretario de estudios. En su caso, una joven le acusó de abusos cuando era director espiritual de su colegio, Hijas de María Nuestra Señora, de Talavera, entre 2010 y 2014.
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