El caso presenta otra arista, quizás incluso más escandalosa y peligrosa: la bendición por parte de Novell de las terapias de reversión homosexual, oficiadas por una especie de secta llamada 'Verdad y Libertad', a las que se sometió el propio ex obispo de Solsona. Cuando no tienen base científica alguna. Cuando han llevado a muchos de los participantes en ellas a la depresión y a alguno hasta al suicidio. Y, además, cuando están condenadas por Roma (a través del cardenal Stella, presidente emérito del dicasterio del Clero) como “destructivas” y sin aval del sello católico.
Hay otros obispos que bendicen y promueven estas terapias. Las victimas dan nombres: el arzobispo de Granada, monseñor Martínez; el obispo de San Sebastián, monseñor Munilla o el obispo de Alcalá, monseñor Reig. Se da la circunstancia que todos ellos también también se cuecen en las mismas obsesiones que monseñor Novell: El demonio, la homosexualidad y el dinero. ¿Dejará Roma que también sus casos terminen explotando?
A esta pésima gestión del caso, que provoca descrédito y pérdida de confianza y credibilidad en la Iglesia, hay que añadir otros daños colaterales. Por ejemplo, un nuevo cuestionamiento del celibato obligatorio, que la inmensa mayoría del 'santo pueblo de Dios' no asume y está pidiendo a gritos que pase a ser opcional. Pero Roma (también con Francisco) sigue haciendo oídos sordos, imponiendo como obligatorio un carisma (siempre libre) por mera cuestión económico-funcional-tradicional. Como institución voraz que es, la Iglesia prefiere tener un ejército de hombres solteros, disponibles, sin cargas, sin otras obligaciones y pendientes del escalafón. Aunque se quede sin curas. Que se está quedando y, al final, no tendrá más remedio que aprobar el celibato opcional.
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