Ha pasado sólo una semana desde que el nombre de Cecilia Marogna irrumpiera en los medios italianos por unos turbios negocios con el cardenal Angelo Becciu, despojado sin los derechos al cardenalato en un castigo insólito del papa Francisco. El culebrón de las intrigas vaticanas que rodea a Marogna se ha complicado: la supuesta experta en geopolítica, más conocida en Italia como “la dama del cardenal”, ha sido arrestada este martes en Milán por la Guardia di Finanza (la policía fiscal italiana) siguiendo una orden de captura internacional emitida por los investigadores del Vaticano, que han activado a la Interpol.
Marogna, de 39 años, se ha convertido en el nuevo punto de mira del escándalo al descubrirse que el cardenal Becciu, fulminado por el Papa por sus escándalos económicos (también le cesó de su puesto como prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos), le entregó medio millón de euros de los fondos reservados de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, y que habría terminado gastando parte de este dinero en bolsos y zapatos de lujo.
La detenida se presenta como una experta en diplomacia, titular de una sociedad que tiene la sede fiscal en Eslovenia y se ocupa de misiones humanitarias en África y Asia. Admitió que había recibido los 500.000 euros del cardenal Becciu, supuestamente para una sospechosa red diplomática paralela a las nunciaturas (embajadas) vaticanas.
Según su versión, el propósito era financiar la liberación de sacerdotes secuestrados en diversas partes del mundo. El cardenal Becciu, que según los medios italianos la presentaba en la Santa Sede como su sobrina, ha declarado que las relaciones con esta mujer fueron solamente institucionales.
El escándalo es mayor porque gran parte del dinero del Vaticano fue dedicado a renovar el armario de la experta en relaciones internacionales, que se dedicó a comprar bolsos, zapatos, cosméticos y accesorios de marcas de lujo, además de una butaca de 12.000 euros. Ella justificaba estos gastos diciendo que “tal vez el bolso era para la esposa de un amigo nigeriano que podía hablar con el presidente de Burkina Faso”.
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