Aquí andamos celebrando el patrón de Aragón y de tantos otros lugares. Un personaje de comic, invención o transmisión oral de mitos de la Grecia en la que existían tipos con superpoderes, héroes, diosecillos, monstruos y demás pelaje que el cristianismo persiguió a la vez que integró en su peculiar religión.
La leyenda del dragón, según la cual Jorgito se cargó a un dragón y liberó de su yugo a una ciudad o a todo un reino y a la guapa de turno (esquema clásico de muchas películas: el bueno mata al malo y se casa con la chica), contribuyó también a que fuera declarado patrón en diversos países –Inglaterra, Portugal, Bulgaria, Ucrania, Etiopía, Georgia…– y en otras tantas ciudades y comunidades, como es el caso de la mía.
El mundo cristiano integró la historieta y convirtió en santo al tipo en cuestión, lo declaró patrón de todos esos sitios y erigió iglesias, ermitas, catedrales y demás lugares de culto donde venerar al apuesto mozo. Como la cosa no colaba, la iglesia comenzó a hablar de simbologías: el dragón el mal, la moza la pureza (no debió de haber sexo, que la iglesia lo sabe todo), etc. Y así hasta nuestros días. A pasar buen día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario