El arzobispo de Oviedo, Monseñor Jesús Sanz Montes, ha puesto de relieve una realidad patente. «Vivimos en una sociedad donde el padre ha quedado en preocupante medida excluido».
Jesús Sanz afirma en su carta pastoral que «estamos ante un diseño de estrategia ideológica que pretende culturalmente demonizar la figura paterna hasta su exclusión más banalizadora. Son rastreables las matrices de este desplazamiento, las opciones teóricas y prácticas que se van introduciendo en el mundo legislativo, educativo y social, y se entrevé el horizonte que estas posturas quisieran alcanzar como meta revolucionaria».
Sanz Montes argumenta que «el ataque que la paternidad humana está sufriendo en este momento, no es simplemente un episodio fragmentario de una batalla coyuntural, sino que tiene mucha más envergadura y pretende desplazar el orden de las cosas que se inscribe en la ley natural y en la historia de la humanidad, de las que forma parte la revelación judeocristiana y la tradición cultural y religiosa a la que pertenecemos».
Esta situación tiene unos culpables. Para el arzobispo de Oviedo esto viene provocado por «quienes pretenden deconstruir esa historia imponiendo ideológicamente una alternativa desde un nuevo orden mundial, saben que han de tocar los grandes núcleos que representan la vida, la familia y la educación, y dentro de ellas tres la misión que se reserva al varón y a la mujer con su vocación y misión complementaria, no rivales en una dialéctica enfrentadora».
Concluye Sanz Montes, defendiendo el papel de la paternidad «en un mundo culturalmente parricida y eclipsador del padre, necesitamos figuras como la de San José que cuida con discreción las vidas de María y de Jesús que le fueron confiadas, ejerciendo la paternidad como educación esmerada, no tanto poniendo en ella su pretensión, sino dejar que emerja lo que Dios en ella había sembrado».
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