domingo, 1 de mayo de 2022

METEOS LAS CRUCES POR ALLÍ

Tomado de publico.es 

Durante los cuarenta años de dictadura y las décadas que la siguieron, la cara de Franco continuaba impertérrita. En el reverso, la cruz de la Iglesia católica que legitimó la contienda y apoyó una política de memoria histórica interesada, que eliminaba cualquier diferencia entre sus propios muertos. Todos ellos habían caído por Dios y por España. Los del otro bando, el democrático pero perdedor, también habían caído pero aún no se sabía dónde, o no se podía decir, o no se quería saber. Solo los primeros fueron recordados por el régimen en monumentos sobrios, como la mayoría de la parafernalia que desplegó el franquismo. Esta es la historia de la cruz que ensombreció España hasta que el sol volvió a salir en el siglo XXI.

Del Arco es el director del departamento de Historia Contemporánea en la Universidad de Granada. Así inicia su explicación: "El franquismo se adueña del mito del soldado caído y unifica a todos los fallecidos que considera suyos". Es decir, se apropia de la muerte de miles de personas para sus propios fines políticos con esa pátina, inmaculada por décadas, de los que murieron por Dios y por España.

"Esa memoria pétrea, uniforme y homogénea queda petrificada en las cruces a los caídos, con una estética muy similar y características determinadas, que evita que hubiera otra memoria sobre la Guerra Civil. Así, unifica las memorias personales y familiares que podían tener los que pertenecieron al bando franquista durante la contienda, se adueña de ellas", explica el docente universitario. La doble significación está servida, aquí, en piedra, pues esa muerte de los caídos sirve para legitimar la cruzada, una cruzada entre el bien y el mal, para salvar a la verdadera España que es católica, castellana y única, frente a otra que se considera ajena, comunista, atea y masónica, parafraseando al experto.

Esas cruces, rápido, se convirtieron en monumentos nacionales que definieron lo que es la nación española. "No puede haber España sin catolicismo, eso es lo que nos dicen, y esa lucha por Dios y por España es lo que justifica la salvación de todos los caídos". Jugada maestra donde las haya por parte del franquismo, ya que ese relato pueril de salvación católica también sirvió para dar una explicación a los propios familiares que sufrieron la pérdida de un ser querido.

Cuando llega la Transición estos monumentos no tienen ningún sentido. A nivel nacional vemos que las políticas de memoria son inexistentes por el pacto del olvido, aunque algunos ayuntamientos sí empiezan a tomar medidas", continúa Del Arco. La primera fase de este periodo se materializó en la retirada de algunas cruces que terminaron en los cementerios y la reconfiguración de la leyenda franquista. En ese momento, algunas de ellas empezaron a velar por todos los caídos en la Guerra Civil.

El movimiento memorialista que eclosionó en torno al año 2000 fue un revulsivo para estos lugares de recuerdo a la dictadura. Desde entonces, reivindican acabar con ellos, o al menos con la idea con la que el franquismo los construyó. "En ese momento se produjo una reacción por parte de la derecha política de España, que no quiere que esto suceda. Intentan declararlos bien de interés cultural para que no se puedan tocar o incluso defienden que solo son cruces, que no representan nada, tan solo un símbolo cristiano, cuando claramente son construcciones franquistas en la calle".

1 comentario:

lamaedeltopo dijo...

Vale, aceptamos pulpo como animal de compañía y que las cruces son sólo símbolos cristianos. ¿Se puede saber entonces por qué cojones hay símbolos religiosos en las calles de un país que se declara laico?