“¡Viva la Virgen de la Esperanza!”, logró decir “en un grito” Gonzalo Queipo de Llano “con lágrimas en los ojos y todo emocionado” el 18 de octubre de 1936 cuando le fue entregada la corona de la virgen, refrendado por los 1.200 hermanos, con un solo voto en contra, que integraban entonces la corporación macarena. Así consta en el libro editado por la Editorial Guadalquivir, monográfico acerca de la Hermandad de la Macarena, con motivo del XXV Aniversario de su Coronación Canónica, editado en 1989. Hermano Mayor Honorario, como Franco, es conocido que el general golpista ordenó construir la basílica donde, por ahora, reposan sus restos mortales. Queipo de Llano, cuenta aquella publicación, no quiso disponer de la corona y “en un acto íntimo, pero solemne, el 27 de febrero de 1937, efectuó la devolución de la preciada joya”, que volvió a ser colocada en la imagen de la virgen.
Aquella entrega de la corona de oro se produjo apenas unos meses después del golpe de Estado “para que se utilizara como fondo y fuera provechoso para la causa”, apunta el historiador Francisco Espinosa, autor de 'La justicia de Queipo', entre otras muchas publicaciones, quien alude a un posible “trasfondo económico” en aquella operación. Pero más allá de la corona de ida y vuelta, y de las cuentas pendientes del último responsable de más de 45.000 muertes en Andalucía, ¿qué relación hubo entre lo que era “una hermandad de barrio”, como apunta el historiador José Villa, y uno de los principales cabecillas del golpe de estado del 36 cuya tumba tiene las horas contadas en la capilla del Santo Cristo de la Salvación de 'su' basílica?
Según consta en el citado libro de la hermandad, Queipo donó casi 75.000 pesetas para la pavimentación de la basílica, además de impulsar la iniciativa de escribir a los gobernadores civiles y ayuntamientos de España para pedir donativos, si bien el proyecto “no dio el resultado apetecido”. Francisco Bohórquez “había prometido que en 1948 la Virgen de la Esperanza saldría de un nuevo templo y no lo pudo cumplir”, siendo bendecida e inaugurada al año siguiente. El nuevo templo alberga desde entonces a las imágenes titulares de la Hermandad de la Macarena, que hasta entonces se veneraban en su capilla de la Parroquia de San Gil, incendiada en 1936.
La Macarena, una hermandad que “a partir de 1936 se convirtió en otra cosa, que todavía llega hasta nuestros días y que cambió el estilo y el espíritu”. “Se metió gente que no tenía absolutamente nada que ver con el barrio”, añade el historiador en consonancia con Villa, quien recuerda además que la Macarena era hasta entonces “una hermandad muy popular”. Espinosa comenta que, tras el golpe y el inicio de la construcción de la basílica, “las personas que estaban alrededor de la cofradía tuvieron que cambiar después de todo lo que pasó en el barrio” y “muchos emigraron” a otras zonas de Sevilla, teniendo en cuenta “la huella que dejó la entrada a saco de los militares” en aquellos días y que afectó también a la hermandad tras más de cuatro siglos de historia.
1 comentario:
Una ministra del PP también gritó en su día, como Queipo: ¡viva la virgen del Rocío!. Había bajado el paro.
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