SOS de las víctimas: las trabas de la Iglesia empujan al fracaso la investigación de la pederastia.
Habla Javier, una de las víctimas del sacerdote abusador José Manuel Ramos Gordón, que prefiere ocultar su apellido. Emiliano es, era, Emiliano Álvarez, víctima en el mismo seminario, La Bañeza (León), compañero de lucha de Javier, muerto en agosto a los 55 años tras una vida marcada por el trauma infantil. Javier está "muy dolido" por la muerte de Emiliano. También frustrado. "Las víctimas ya estamos cansadas. Si te fijas, estamos casi en silencio. Ya nadie se cree nada. Y ellos [los obispos] siguen igual. No tienen prisa. Al contrario. Se lavan las manos como Poncio Pilatos con mentiras y obstáculos".
Más aún que lo que ve como inacción y obstaculización de la Iglesia, a Javier le indigna su doble mensaje autoexculpatorio. El primer mensaje que irrita a Javier es que las dimensiones de la pederastia en la Iglesia no fueron excesivas, que el fenómeno se ha sacado de quicio y que España fue una excepción con respecto a los países donde se ha estudiado a fondo: Francia, Irlanda, Estados Unidos... El segundo mensaje es que la Iglesia no está poniendo impedimentos a la investigación. "Oír que se está ayudando a las víctimas o que no ha habido encubrimiento duele", dice Javier, que cree que las trabas de la jerarquía no sólo han cegado hasta ahora cualquier iniciativa fructífera en el seno de la institución, sino que abocan a un probable fracaso a la comisión oficial del Defensor del Pueblo.
La Conferencia Episcopal (CEE) asumió que las oficinas antiabusos abiertas en las diócesis por orden del Vaticano eran insuficientes y en febrero encargó al despacho legal Cremades & Calvo Sotelo una auditoría. En marzo el Congreso aprobó, con los únicos votos en contra de Vox, la encomienda al Defensor del Pueblo de una investigación de Estado. En abril el pleno del Parlamento de Cataluña aprobó la creación de una comisión de investigación. La comunidad que más lejos ha llegado ha sido Navarra, con una ley de reconocimiento aprobada en junio –con el no de Navarra Suma– que supuso la apertura de una comisión en octubre.
Las voces de víctimas recabadas ahora muestran un panorama general de escasa satisfacción por lo avanzado hasta la fecha e igualmente escasa confianza en lo venidero, especialmente en el apartado del esclarecimiento de los hechos. "No hay una diferencia palpable un año después [de la entrevista]. Podría estar haciendo las mismas declaraciones y no habría ninguna diferencia. Estamos exactamente igual", dice Palomas, para quien "a nivel institucional no ha habido ningún cambio". Y añade, en referencia a la élite política y religiosa: "Apuestan por el ruido, no por la vida". Las expectativas de Palomas, siendo bajas, son mayores que las de Javier, la víctima con la que arranca este texto: "Ojalá me equivoque, pero tengo cero expectativas".
La causa principal del diagnóstico negativo es el obstruccionismo de la Iglesia, pero también los problemas de diseño de la comisión oficial, de origen político. No obstante, las –escasas– esperanzas de los supervivientes consultados se concentran en esta investigación, la del Defensor del Pueblo, si bien consideran que su trabajo está lastrado por la falta de cooperación del episcopado.
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