Tomado de elmundo.es
La corrección política ha llegado a los libros del novelista británico Roald Dahl, autor de cuentos para niños llenos de humor e imaginación, como Matilda, Charlie y la fábrica de chocolate o James y el melocotón gigante. La editorial Puffin ha contratado a lectores "sensibles" que reescriban fragmentos de los textos para asegurarse de que "puedan seguir siendo disfrutados por todos hoy".
Sobre todo se han retocado las descripciones de la apariencia física de los personajes, según el Daily Telegraph: las palabras "gordo" y "feo" han desaparecido de los libros.
En The Witches (Las brujas), según The Guardian, en el párrafo en el que se dice que las brujas son calvas bajo las pelucas se añade una frase que Dahl nunca escribió: "Hay muchas otras razones por las que las mujeres pueden usar pelucas y ciertamente no hay nada de malo en eso".
Según los medios británicos los tres hijos de Mr. Fox ahora son hijas. Matilda ya no lee a Rudyard Kipling, sino a Jane Austen y una bruja que antes se hacía pasar por cajera de supermercado ahora es "científica de alto nivel". Las palabras blanco y negro tampoco se usan y en defensa de la salud mental tampoco se utilizan "loco" o "demente".
La editorial, Puffin, y Roald Dahl Story Company, han realizado los cambios junto con "Inclusive Minds", un grupo al que su portavoz describe como "un colectivo para personas apasionadas por la inclusión y la accesibilidad en la literatura infantil".
N.R. Les gusta Dahl, pero no cómo describe las cosas. Pueden reescribir a Shakespeare y a Cervantes, pero no serán ni uno ni otro.
1 comentario:
Es lo que tienen los posmos ofendiditos, en lugar de asumir la realidad intentan cambiarla no sea que les dañe sus cerebros blanditos.
También olvidan que la inclusión no está en el lenguaje si no en el discurso.
Hablando de reescribir Cervantes, dan verdadera lástima las versiones "adaptadas" (por no decir para tontos) del Quijote que piden desde hace bastantes años en los institutos. Que me dejen de tonterías, un niño de 13 o 14 años puede leer perfectamente a Cervantes sin necesidad de adaptación alguna. Y si no es capaz de hacerlo, pues p'al campo.
Y lo bien que se vive siendo políticamente incorrecto...
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