Tomado de /elpais.com
El Nobel de Literatura de 1986 Wole Soyinka ha tardado casi medio siglo en regresar a la novela y lo hace con una pieza monumental, un fresco nada piadoso de la Nigeria actual que bien puede convertirse en retrato universal de la violencia, el extremismo religioso, el fanatismo, las supersticiones y la utilización del pueblo para fines más ligados a la corrupción que al desarrollo. Crónicas desde el país de la gente más feliz de la Tierra (Alfaguara).
P. Aborda en su libro la corrupción política, pero también el poder religioso. ¿Tiene la religión un papel mayor ahora mismo que en el pasado?.
R. Sí, sí. Y no siempre un papel saludable. Los nigerianos son religiosos en general, otras sociedades han resuelto el ámbito espiritual y pueden dar la espalda a la religión, pero no es el caso de muchos países en África, e incluso hasta cierto punto en Europa. Hay personas que adquieren gran influencia en el Gobierno por profesar la misma religión que el líder, para bien o para mal. Y luego está el fenómeno extremista y violento, que acentúa todos los demás problemas que tenemos.
P. ¿Se refiere al islamismo, a Boko Haram?
R. Principalmente el islam, sí, pero también están los extremistas cristianos como Joseph Kony en el este de África. Es muy violento, extremo, incluso sádico, y su forma de afrontar la disidencia es mutilando narices, labios y otros miembros. Es una aberración sorprendente. Se ha convertido en un enemigo de la humanidad.
P. En su novela fusiona el cristianismo y el islam. ¿Por qué?.
R. Yo tengo un problema personal con ambos, el cristianismo y el islam. Al pretender ser religiones mundiales que se arrogan saberlo todo, especialmente los extremistas, creen que no hay otro punto de vista más allá del suyo, por lo que ejercen una gran influencia perniciosa que incluye el uso del miedo, que es muy distinto de la simple influencia. Yo vengo de la religión prevalente en mi comunidad antes que el cristianismo y el islam, la adoración a Orisha, y esta es la religión más humanista que conozco, la más tolerante. Y esas dos supuestas religiones globales podrían aprender mucho de esta religión, pero nos miran desde arriba, con condescendencia. Por esas razones soy muy crítico con esas dos religiones.
P. ¿Y por qué se han vuelto tan poderosas?
R. Por muchas razones, también la económica. En Nigeria hay sectas que prometen una vida material mejor a cambio de seguirlas. Utilizan la miseria, la privación económica para generar esperanzas, y cuando no consiguen lo prometido les dicen que es porque no tienen suficiente fe. Luego está la política. Hay gente que abraza otra religión porque es la que está en el poder. Y luego está la inseguridad de la gente que prefiere poner toda su existencia en manos de otros porque no se sienten bien consigo mismos. Es una mezcla de estos factores.
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