lunes, 22 de noviembre de 2021

EL CURA MURIÓ ESPERANDO LA EUTANASIA

Tomado de elpais.com

Andrés Ortiz-Osés, teólogo, filósofo, sacerdote, profesor de hermenéutica, catedrático emérito de la Universidad de Deusto, se sienta en un sillón de mimbre. Es 20 de mayo de 2021. Tiene 74 años y un cáncer con metástasis en el aparato digestivo que le viene persiguiendo desde hace cuatro años, con sesiones de quimioterapia que lo dejan hundido y un dolor constante, insoportable, que apenas consigue ahuyentar con morfina. Durante los últimos meses, sentado en este patio del antiguo seminario de San Carlos, un magnífico edificio del siglo XVI situado en el casco antiguo de Zaragoza y convertido en residencia de sacerdotes ancianos, ha conversado largamente con José Luis Trasobares, que además de periodista es presidente de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) de Aragón.

La cita de hoy es especial. Ortiz-Osés siente que el final está cercano y quiere dejar un testimonio grabado de su sufrimiento y de su apoyo convencido a la eutanasia —que ya había sido aprobada por las Cortes, pero aún no había entrado en vigor—. Casi cuatro años antes, en junio de 2017, Trasobares recibió un correo electrónico de un nuevo socio que le pedía que fuera a verlo a la residencia para sacerdotes ancianos: “La verdad es que me quedé bastante descolocado. ¿Cura y socio de DMD? La primera conversación fue en la biblioteca. Me habló de su cáncer, de las sesiones de quimio que lo dejaban para el arrastre, de su voluntad de evitar llegar a un punto en que la degradación física y el dolor que arrastraba le sumieran en la desesperación. Nos preguntó si la eutanasia llegaría a legalizarse. Incluso nos dijo que un amigo le había propuesto irse a vivir a Países Bajos, donde podría ejercer el derecho a una muerte voluntaria, y que otro le había hablado de una sustancia que se podía adquirir a través de internet y que le proporcionaría un dulce sueño que acabaría en parada cardiorrespiratoria. Hablaba de todo ello sin bajar la voz, mientras otros sacerdotes ancianos entraban, salían o se sentaban a leer bajo una sala decorada con cuadros de vírgenes, mártires y altos dignatarios del clero. En ese momento, la situación me pareció un punto surrealista. Más tarde, cuando tuve la suficiente confianza, pregunté a Andrés sobre la aparente contradicción entre su condición de sacerdote y su postura a favor de la eutanasia”.

El filósofo y el periodista han hablado mucho de eso en estos cuatro años, pero ahora lo van a hacer delante de una cámara de vídeo. Ortiz-Osés está muy delgado, demacrado, su voz ya no es la que encandiló durante décadas a sus alumnos de Deusto, pero aún queda rastro de su genio y su mirada conserva el brillo. No sin esfuerzo, responde a la pregunta que Trasobares quiso formularle aquel día que hablaron por primera vez en el antiguo seminario:

—Andrés, tú eres un teólogo, un filósofo, un catedrático, pero además de eso eres sacerdote y estás aquí en este entorno religioso. ¿Cómo es posible que estés planteándote la eutanasia como alternativa cuando la jerarquía eclesiástica está en contra?

—Aquí lo que falla es la propia religión compasiva, auténtica. Si te enfrentas a la muerte, sabes que vas a morir. Por lo tanto, lo que tienes que hacer es asumirlo, articularlo, benevolizarlo, humanizarlo… Hay una cerrazón tal que está provocando mucho sufrimiento en la gente. Yo, por ejemplo, ahora tengo unos sufrimientos inconmensurables. Llorando. A mi edad… ¿Qué se puede hacer? Yo creo que la evolución llegará a través del humanismo compasivo. Tal vez yo sea el menos indicado para responder, ya que lo estoy sufriendo. Soy un experto, pero en sufrimiento. Estoy sufriendo más de lo que había imaginado, y eso que he sido huérfano, que a mi padre lo asesinaron, que mi madre murió a consecuencia de aquello… Pero nunca había imaginado que podía llegar hasta estos extremos del dolor. Es terrorífico que esto ocurra en una Iglesia fundada por Jesús, uno de los personajes con Sócrates más abiertos de la historia. Jesús asumió una muerte realmente terrorífica, pero porque quiso, y asumiéndola… Por lo tanto, hay tabúes religiosos muy profundos.

José Luis Trasobares le pregunta ante la cámara cuál sería a su juicio la solución más humana para los enfermos que quieren acortar su vida para huir del sufrimiento, de la enfermedad incurable. Ortiz-Osés plantea: “¿Por qué no se hace una alianza entre la eutanasia, las nuevas eutanasias, y el derecho a morir dignamente? Es decir, acortar la vida a través de unos métodos intermedios entre la muerte y el acortamiento, entre la eutanasia pura y dura y el acortamiento. Se tienen todos los instrumentos legales, éticos, instrumentales… Por fin [la ley de la eutanasia] ha sido confirmada por las Cortes, pero se ha quedado muy corta en cuanto a que no es capaz de avanzar, de profundizar, con un montón de enemigos innecesarios, ridículos. Aquí lo único malo es morir malamente. No la muerte. Si la muerte es un descanso eterno, si la muerte es el nirvana, si la muerte es trascendencia tanto para los religiosos como para los no religiosos. Y, por lo tanto, ¿por qué esta obcecación con el tema de la muerte? Porque es el último tabú, la máxima oscuridad. Y el resultado es que nos están dejando morir de mala manera… Yo ya no como nada, no me entra nada, no me apetece… Soy ya un cadáver”.

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